Prosiguió su formación en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y, tras una primera fase en que cultivó la pintura figurativa con colores vivos, se orientó hacia la abstracción a partir de 1953; por esos años, entró en contacto con la Galería Fernando Fé de Madrid y trabó amistad con los también pintores Manuel Manpaso y Luis Feito. Al año siguiente realizó su primera exposición individual en la Galería Clan de Madrid, y se reveló como uno de los pioneros de la pintura abstracta española.
En 1960, viajó y expuso obras propias por distintos países de Europa, además de Japón y Estados Unidos, país que acogió su obra con tal entusiasmo que llegó a exhibirla en el Guggenheim Museum de Nueva York. En 1964 viajó a los Estados Unidos por invitación del mismísimo Nelson Rockefeller, que había adquirido algunas de sus pinturas.

Además, dirigió un ambicioso proyecto desde 1977 para crear un lago artificial en el Puerto de la Cruz. Esta curiosa simbiosis entre arquitectura y naturaleza (con apoyo principal en la presencia del agua como elemento integrado en el conjunto) se puede ver también en la ejecución como director artístico del centro comercial La Vaguada de Madrid (1981-1983).
Como escultor, destaca la serie titulada Esculturas al Viento. Manrique murió en Teguise (Lanzarote) el 25 de septiembre de 1992 en un accidente de tráfico; en ese mismo año, nació la Fundación César Manrique, ubicada en su propia casa, que había construido en medio de un fascinante marco de agua y lava. Desde 1996, existe un Premio César Manrique con el que se recompensa a aquellos individuos o sociedades especialmente comprometidos con el medio ambiente en Canarias. Su nombre no es sólo el del gran artista de Lanzarote sino el del protector y defensor de esa isla, cuya destrucción a causa del turismo de masas logró evitar.
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